jueves, 20 de octubre de 2016

Julián, no-turista 100 veces en Canarias

Piezas de madera como trabajadores unidos por la solidaridad (Foto Creative Commons).
Por Eugenio Rodríguez

No sé si el cántabro Julián Gómez del Castillo llegó a venir exactamente cien veces a Canarias. El caso es que este militante socialista-socialista y cristiano-cristiano, desde finales de los sesenta hasta los primeros dos mil, venía con frecuencia a Canarias. Y nunca por turismo. Julián era un noturista. Siempre vino por solidaridad.
Aparceros, portuarios, obreros, iletrados, luchadores…sintieron con gozo su aliento en el cogote, notaron calor en sus corazones cuando le escuchaban, sintieron respeto y amor cuando les escuchaba.
Estamos de X aniversario por la muerte de Julián. Julián, curtido en las luchas obreras, fue uno de los principales impulsores en toda España de la conciencia respecto de la existencia del Tercer Mundo. Porque era pobre. Decía “robo Norte-sur”, sin apaños ni medias tintas, porque era pobre. Era consciente de los cambios que suponía el neocapitalismo, y ello le costó no pocas incomprensiones.
Julián Gómez del Castillo.

Pero también, porque era pobre, amó especialmente a Canarias, porque conoció una región realmente pobre. Conoció muchos jóvenes que, como él mismo años antes, habían sido condenados a no estudiar. Estableció una estrecha relación con movimientos vecinales de Las Palmas, y contaba con alegría lo que unos cuantos jóvenes estaban haciendo en el Sureste grancanario revolucionándolo.
Hablaba por toda la península de amigos como el militante portuario Remigio Vélez o la joven Belén María. Cuando murió Camilo Sánchez (alcalde de Santa Lucía) su familia quiso que este peninsular dijera unas palabras en el funeral. Y una vez más, habló de solidaridad. Cuando la TV local le preguntó quién era Camilo, dijo escuetamente: “Un amigo, sé que habría dado la vida por mí”. Y añadió: “Canarias no sabe lo que pierde”.

Sus amigos no le privaron de pasear su diabetes por Las Canteras: “Este paseo es una delicia” decía. Ni de asombrarse en la Geria o el Teide. Ni de asomarse a la Caldera de Taburiente. Ni de que Luis Cobiella dedicara un poema a Trini, su esposa… Agradeció tantos gestos de hospitalidad de quienes no le dejaron nunca alojarse en un hotel, pero lo que más le alegraba, lo que fue la razón de su existencia, era compartir las luchas. “La esperanza es la virtud del que lucha” decía.
Hoy tenemos motivos de alegría. Hace 10 años que murió y su memoria se agiganta para nosotros. Por eso celebraremos el día 21 a las 19 h una Eucaristía en santa Teresita y una mesa redonda a las 20 h en la Casa de Cultura y Solidaridad que él mismo inauguró (Matías Padrón 26); en ella intervendrán Judit Campos, Carmelo Ramírez y Manolo Hernández.