viernes, 16 de agosto de 2013

Magnífica labor de un documentalista canario

Ayoze O´Shanahan documenta un amor entre enemigos

Ella, hutu. Él, tutsi. Ella, Danata, hija del hombre que asesinó al padre de él, Alfred. Sus familias estaban enfrentadas, pero ambos vencieron el rencor para formar un hogar que salva la distancia entre unos vecinos que se tornaron en víctimas y asesinos en 1994, cuando Ruanda fue  escenario de un genocidio que se saldó con un millón de muertos.
El realizador canario Ayoze O´Shanahan ha inmortalizado esta conmovedora historia de amor a través de un documental que piensa estrenar en noviembre de 2014, coincidiendo con el 20 aniversario de la guerra fraticida. «Es una historia preciosa. Mi idea es moverla por festivales. Además, retrata una zona remota y muy bonita del África profunda», explica desde Ruanda en una conversación telefónica.
Según abunda, el documental mezcla una historia de «amor africano» –que transcurre en un pequeño pueblo de 80 habitantes, donde víctimas y asesinos conviven–, con otro relato que habla de cómo surgió el amor, la reconciliación y el perdón al asesino. «Ella estaba avergonzada de lo que hizo su padre, quería desvincularse de él. Costó mucho que la familia del marido lo perdonara. Hubo muchas reticencias contra la boda por ambas partes. De hecho, el padre de Danata, el asesino, pensaba que ese matrimonio era una venganza contra él y que el marido, Alfred, no quería a su hija», relata el documentalista, que tuvo ocasión de charlar con los protagonistas de esta historia. El documental se rodó entre los días 10 y 13 de julio. O´Shanahan viajó durante siete horas para recorrer los 290 kilómetros que separan Kamembe, de la pequeña aldea situada cerca Congo, junto al lago Kivu. «Es una pequeña villa de 14 casas rodeadas de plataneras. No habían visto un hombre blanco en su vida. Es gente muy humilde, viven sin luz eléctrica, ni agua caliente, cocinan con leña y viven de los plátanos», relata O´Shanahan acerca de su aventura. Lo más difícil –cuenta– fue localizarlos. «Solo teníamos sus nombres. Hicimos una investigación hasta localizar la parroquia donde se casaron. Eran conocidos precisamente por su boda», relató el canario que contó con el apoyo de un periodista local.
Además, Alfred y Danata no pusieron pegas para hablar ante las cámaras. «Saben que su historia es fundamental para la reconciliación del país y querían contar que, a través del amor, se pueden perdonar los crímenes terribles que se cometieron».
LA MADRE DE ALFRED ACEPTÓ LA AYUDA DE LA HIJA DEL ASESINO DE SU MARIDO. Cuando Alfred llegó del Ejército quiso echarla. La madre de Alfred llevaba comida al asesino de su marido a la cárcel para pedirle que reconociera su culpa.