sábado, 8 de septiembre de 2012

ENRIQUE GONZÁLEZ ARAÑA. Historia de la solidaridad en Canarias


Galardonado con el Premio Puertos de Las Palmas 2012 por su trayectoria profesional, este abogado laboralista, que se inició en la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) es fundador de la Coordinadora Estatal de Trabajadores Portuarios. Cuenta con la medalla de oro del Colegio de Abogados y es Hijo Predilecto de la capital grancanaria



ANÍBAL RAMÍREZ
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
- ¿Cómo fueron sus contactos iniciales con el colectivo de estibadores?
- Yo tuve contactos en los años 60 (del siglo pasado) a nivel de clientela. Coincidía con otros compañeros en la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y en aquella época había, además, un movimiento vecinal muy fuerte.
- ¿Cuál era la situación de los estibadores?
- Los portuarios eran en aquella época cerca de 3.000 y tenían una situación muy mala. Laboral, cultural y económicamente era una situación bastante difícil. En aquella época a los chicos malos o inútiles se les decía que sólo iban a servir para la carga blanca (de sacos). La gente venía de los campos o de la emigración de otras islas a vivir el día. Llegaban con el zurrón del gofio y acababan en el Puerto. Esperaban a ver cuándo le daban trabajo y el resto del tiempo seguían en el Puerto, del que formaba parte La Isleta. Los bares, la copas y la historia formaban parte de su realidad sociológica.
- ¿Cómo se constituye la Coordinadora de Trabajadores Portuarios?
- Tengo que resaltar la labor de Remigio Vélez, una figura extraordinaria por su honradez y su inteligencia, y de Manolo Hernández. Éramos amigos de la HOAC y en aquel momento era necesario abrir espacios y fuerzas desde los estamentos sociales más desfavorecidos por conciencia y por moral. Tuvimos muchas reuniones y de ahí salió hacer una organización sindical con unas características claves, ser autogestionaria y autónoma.
- ¿Y los estibadores en- tendieron esta organización sindical?
- Los estibadores tenían clarísimo en su conciencia que iban a ir por ellos ya que con la transición se pensaban que eran producto de la estructura administrativa de la dictadura de Franco. Instintivamente lo entendían.
- Fue una época de conflictos muy relevantes en la capital grancanaria con el suceso de Belén María.
- Siempre se nombra a Belén María por lo que supuso, la muerte de una jovencita. Pero no es eso sólo, que emociona. Lo que te conmueve no es que desgraciadamente una joven muera, sino que haya un colectivo entero, un barrio entero y una ciudad entera juntos.
- ¿Fue un momento con mucha carga emotiva?
- En aquel entierro, al que fueron 30.000 personas, que salió desde aquí [plaza de Manuel Becerra] al cementerio, ver a las personas que se asomaban a las ventanas y balcones, y seguidamente bajaban para seguir la comitiva en silencio. Eso es algo más que emoción; eso es construir un nosotros.