jueves, 10 de enero de 2008

EL GRAN NEGOCIO DEL SAHARA

JOSÉ NARANJO Ciudad ocupada de Villa Cisneros, playa de Luberda, anteayer. La policía marroquí reprime con brutalidad una manifestación de pescadores saharauis. Siete personas resultan heridas, pero no pueden ser atendidas en el hospital porque los agentes impiden el acceso a la ciudad a los vehículos que transportan a los heridos.Smara, 4 de enero pasado. Durante unas obras en el barrio de El Auda, se descubre una fosa común con varios cadáveres junto a un recinto militar marroquí. En noviembre pasado ya se había descubierto otra fosa con cinco cuerpos al lado de la Cárcel Negra de El Aaiún, donde todavía hoy se tortura a los presos políticos saharauis.Precisamente en esta prisión está recluido desde el pasado Día de Navidad Aghlahum Mata Mulana Uld Legraifa, un activista de los Derechos Humanos detenido en Bojador cuando se manifestaba reclamando la liberación de los centenares de presos de conciencia que se pudren en las prisiones del reino alauí, país amigo de España. Ese mismo día de Navidad, decenas de casas de saharauis fueron saqueadas en Smara y una treintena de mujeres, madres y familiares de desaparecidos, fueron atacadas en El Aaiún con palos y porras cuando protestaban contra la ocupación marroquí del Sahara Occidental y en pro de una investigación independiente ante las violaciones de los Derechos Humanos que se suceden casi a diario en esta parte del mundo.Desde que en 1991 se firmara el alto el fuego entre el Polisario y Marruecos, este país se ha estado burlando una y otra vez de la legalidad internacional y de las resoluciones de Naciones Unidas, que exigían reiteradamente la celebración de un referéndum. Ahora intenta imponer una solución unilateral, su cacareado Plan de Autonomía, despreciando una vez más el derecho de los saharauis a decidir sobre su propio futuro. Y encima lo presenta como la gran panacea. Mientras tanto, hasta Canarias llegan cada vez más apagados los ecos de las palizas y las torturas en el Sahara Occidental. Aquí, ávidos empresarios, jaleados por corifeos y estómagos agradecidos, preparan ya el terreno para lanzarse en picado sobre el Sahara. Al final, como ocurre siempre, todo es cuestión de hacer un buen negocio.