lunes, 10 de diciembre de 2007

MÁSTER PALETO

TERESA CÁRDENES ¿Tienen los escolares canarios un cerebro diferente que les hace aprender mejor o peor las matemáticas que un tierno infante segoviano, menorquín o catalán? ¿Registran las neuronas de nuestros niños alguna mutación genética por efecto de la lejanía y la ultraperifericidad que les facilita o por el contrario les dificulta la comprensión lectora? ¿O será que la proximidad del mar y el salitre quitan o aumentan el conocimiento y hacen distintos a los alumnos de nuestros colegios?Las preguntas no son gratuitas, ni fortuitas, si nos atenemos a la reflexión de la titular de Educación del Paulinato, Milagros Luis, en el sentido de que a Canarias no le vale el programa PISA apadrinado por la OCDE para evaluar el rendimiento escolar de 57 países porque, proclama la consejera, este archipiélago presenta a efectos escolares "miles de elementos diferenciadores" que requieren a su vez mediciones singulares. Socorrida excusa bajo la que se ampara Milagros Luis para dejar los colegios canarios fuera del programa PISA y acudir a sistemas propios de evaluación, obviamente más manejables y adaptables a la conveniencia de quien encarga y paga con dinero ajeno. Es el colmo del ombliguismo, pero también de la desfachatez. Ya lo que faltaba es que este Gobierno de "lo nuestro" (lo de ellos) también quiera estigmatizar a nuestros niños con ese desatino de que son diferentes de los continentales y digieren de manera distinta los contenidos pedagógicos. Y más indignante todavía que, en medio de un ataque de soberbia endogámica, la consejera proclame que Canarias no necesita a nadie "de fuera" que venga, hasta ahí podíamos llegar, a mirarnos nuestras cosas. Pero qué se puede esperar de la consejera de un Gobierno cuyo presidente, que definitivamente sí debe tener algún problema de comprensión lectora, perpetra la teoría de que la culpa de las críticas al nombramiento de un locutor como director general de la Radio Televisión Canaria la tiene el "afán de titulitis" de los periodistas. Pues eso, que echen el cerrojo a La Laguna y al campus de Tafira y que los jóvenes se pulan en la "Universidad de la vida" de la que es apologeta este nuestro presidente.