domingo, 25 de marzo de 2007

Los obispos canarios relacionan inmigración con injusticia social

Los obispos de las dos diócesis de las Islas Canarias, monseñor Francisco Cases, obispo de Canarias y monseñor Bernardo Álvarez, obispo de Tenerife, se han pronunciado de forma conjunta sobre el tema de la inmigración, denunciando las «injustas reglas de la economía mundial, que han condenado a África a la pobreza y el olvido» y se refirieron a los dos desembarcos: «el del inmigrante en Canarias y el del empresario en África, que no están desvinculados».


Según informa la agencia de noticias Veritas, ambos prelados participaron en un coloquio que tuvo lugar en Las Palmas de Gran Ganaria, organizada por el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC) y el aula Manuel Alemán de la Universidad de Las Palmas. Los obispos canarios criticaron el enfoque predominante en el tratamiento de la inmigración, «no sólo en lo que respecta a la xenofobia o el rechazo al extranjero», sino también el discurso «aparentemente bienintencionado que defiende la necesaria mano de obra inmigrante para mantener la economía de las sociedades opulentas de consumo».


Refiriéndose a su experiencia personal en Burkina-Fasso, monseñor Cases puso el acento sobre lo que significa literalmente «morirse de hambre» y consideró que «las situaciones de neocolonialismo europeo e internacional sobre África son las verdaderas causas de la inmigración desesperada».


Los obispos canarios indicaron que son pocos los medios de comunicación que se percatan de lo que está en juego esencialmente, «el futuro de África»: «África y su pobreza son el tema principal que debe ocupar en este contexto al cristiano». En ese acercamiento «urgente» a África, «se hace central la solidaridad y la cooperación religiosa, social y espiritual con el Islam, lo cual implica también señalar las posibilidades que tienen los países islámicos de colaborar en la erradicación de la pobreza en el norte de África», aseguraron.


Monseñor Cases concluyó recordando que «la responsabilidad y hospitalidad del necesitado más allá de los cuarenta días que permanecen en los centros de internamiento son tareas ineludibles para los católicos».